Del Paganismo al Cristianismo
Invadidos los dominios celtas por los romanos (invasión que culminó con la conquista romana de las islas británicas en 46 a.C.), la celebración del fin de la temporada de cosechas fue absorbida por éstos y asociada a la celebración romana del día de la cosecha, que se llevaba a cabo los últimos días de octubre y primeros de noviembre en honor a la diosa Pomona. Ya que Pomona era la diosa de los árboles frutales, y la manzana era uno de sus símbolos principales, las manzanas se convirtieron en parte fundamental de la celebración de la nueva fiesta, mezcla de celta y romana.
Una vez establecida la Iglesia Católica Romana como la religión oficial del Imperio Romano, el catolicismo se constituyó en la única forma de cristianismo existente en el mundo. Pero quería ser, además, la única religión del planeta. Para ello, pronto descubrieron los líderes de la Iglesia de Roma que las persecuciones, torturas y matanzas no eran suficientes para lograr que la gente renunciara a sus creencias paganas y abandonara sus festividades. De modo que se decidió iniciar un proceso de sincretismo religioso, en el que parte de las tradiciones, festividades y creencias de las religiones paganas, comenzó a mezclarse con las creencias cristianas, derivando en doctrinas que nada tienen que ver con los textos bíblicos ni con las enseñanzas de los profetas, como la doctrina de la Santísima Trinidad, establecida en el siglo IV. Fue dentro de este mismo proceso de sincretismo que la celebración a la diosa Pomona fue absorbida por el cristianismo.
El Día de Todos los Santos era una celebración católica del 13 de mayo (procedente de la celebración del día de Todos los Mártires de la Iglesia de Siria), que tenía su sede principal en un panteón romano (templo pagano a los dioses de Roma) convertido por el papa Bonifacio IV en iglesia en 615. Pero el papa Gregorio III cambió en 741 la fecha de esta celebración al 1 de noviembre para absorber la festividad pagana de Pomona. En 840, el papa Gregorio IV ordenó que la fiesta de Todos los Santos se celebrara universalmente. Debido al cisma de los monofisistas del año 451, las antiguas iglesias orientales, incluida la Iglesia Copta, siguen celebrando el día de Todos los Santos en mayo.
El 31 de octubre, la víspera de Todos los Santos (Halloween) se convirtió así en parte de la celebración católica romana del 1 de noviembre. Muchos siglos después, en 1840, los irlandeses que emigraron a Norteamérica llevaron consigo su forma tradicional de celebrar esta fiesta, y de allí proceden buena parte de las costumbres del Halloween como lo conocemos hoy día.
La Costumbre de Tallar Calabazas
Según una leyenda irlandesa, existió una vez un hombre de tremenda avaricia y enorme maldad, que con sus engaños, mentiras y traiciones se hizo famoso como “competencia” de Satanás en el mal. El propio demonio lo visitó para comprobar lo que se decía de él, y dio fe de que estaba a su altura. Conocido como Jack “El Tacaño,” este personaje hizo una apuesta con el demonio, y al ganarla, éste no podría llamarlo al infierno. Jack creía que así se había librado del tormento eterno, pero al morir le fue negada la entrada al cielo por sus múltiples crímenes. Satanás lo rechazó también, y lo condenó a vagar por el mundo con un nabo hueco en cuyo interior llevaba un carbón ardiendo como única luz para guiarse. Así, se le terminó conociendo como Jack “El de la Linterna”, nombre que en inglés se abrevió a “Jack O’Lantern.” Los irlandeses y escoceses tomaron como costumbre el vaciar nabos, tallarlos y ponerles velas dentro a modo de linternas, para iluminar el camino de los difuntos en Halloween. Al llegar los irlandeses a Estados Unidos, descubrieron que era más fácil vaciar y tallar calabazas que nabos, y de ahí viene dicha tradición. También de ahí proviene el uso de los colores negro (por la noche) y naranja (por las calabazas) como símbolo de Halloween.