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Cuando hayas acabado tus obligaciones, esfuérzate en tu adoración (parte 1 de 2)

Cuando hayas acabado tus obligaciones, esfuérzate en tu adoración (parte 1 de 2)

{Cuando hayas acabado tus obligaciones, esfuérzate en tu adoración y a tu Señor anhela con devoción} [Corán 94:7-8]. Con estas dos aleyas Al-lah concluye la sura Ash-sharh. El escritor de At-Tahirir Wat-Tanwir dijo sobre este capítulo coránico: “Contiene la evidencia del especial trato y cuidado que Al-lah tuvo para con Su Profeta, además, de Su deseo de liberarlo de las grandes cargas y de facilitarle lo que se le dificultaba, y la gran distinción y posición que Él le concedió. Esta sura, junto con la de Ad-Duha, representa una mención demostrativa del gran cuidado que Al-lah tuvo con Su Profeta, la manera en que lo guio y cómo lo elevó por encima de los demás, para que de esta manera se supiera que si desde el comienzo Él estuvo pendiente del Profeta, más adelante −y especialmente después de iniciada la revelación− no lo iba a abandonar”.

Ahora bien, ¿cuál es el sentido de an-nasab (esfuérzate en tu adoración)? ¿Cuáles son las obligaciones que debe terminar antes? ¿Cómo se logra anhelar con devoción a Al-lah? ¿De qué manera se beneficia de lo establecido en estas aleyas, en especial que como musulmanes hemos sido llamados a seguir el ejemplo del Mensajero de Al-lah y sabemos que toda orden dirigida a él debe ser acatada y cumplida por su nación, a menos que se establezca que es un asunto especial y particular del Profeta?

En cuanto al sentido de estas aleyas, los especialistas tienen diferentes opiniones, sin embargo, antes de entrar a hablar de su significado, hay que entender lo que expresan las aleyas que les preceden; porque en esta Al-lah menciona que agració a Su Profeta abriéndole el pecho y llenándolo de sosiego, lo libró de las cargas y elevó su mención; además, se debe entender el uso de la interrogación como una manera de afirmación.

Con la apertura del pecho, que se menciona en la primera aleya de esta sura, Al-lah nos señala que estába tranquilizando a Su Profeta y llenando de sosiego su corazón, para que de esta manera su pensamiento, su aprendizaje, sus convicciones, su entendimiento y su reflexión fueran más claros. Cuando el pecho se aprieta (metafóricamente) lo mismo sucede con el pensamiento, el entendimiento y la reflexión, así mismo la paciencia disminuye y la capacidad de soportar las dificultades. Sin lugar a duda, el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, debía aguantar mucho en su misión, por lo tanto, era imperante que estuviera preparado para soportar que lo desmintieran, que lo atacaran y enfrentar las acusaciones e improperios que lo lanzaban.

Por eso Ibn Yarir, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, comentó: “Abrirle el pecho al Profeta era prepararlo para recibir la revelación, para soportar la carga que le imponía el mensaje y la da’wa, además del esfuerzo que requería para cumplir con su misión y para soportar las dificultades y los ataques de sus detractores”.

Entonces es evidente que era necesario que se le abriera su pecho y se le llenara de sosiego para que no se detuviera en su misión, para que se mantuviera firme en su camino.

Dicha apertura del pecho fue física también, y se le limpió el corazón para que estuviera preparado para recibir la luz de la revelación y la guía divina, y para que las malas costumbres no lo afectaran.
Otra de las misericordias presentadas en la sura es el alivio de la carga que llevaba, por lo que le fueron perdonados sus pecados, los pasados y los futuros. Como sabemos, los pecados son un lastre para el ser que genera abandono parcial o total de las ‘ibadat, incumplimiento de las obligaciones y la falta de preocupación por realizar obras de bien, haciendo que la persona cree una barrera entre él y Al-lah, y se ocupe de cometer más pecados. Es un peso que le dificulta dirigirse a Al-lah y alcanzar el Paraíso.

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