La Noble Meca, el sagrado y seguro valle. Al-lah la ha honrado de entre todos los lugares y la hizo sagrada desde el día que creó los cielos y la Tierra. Al-lah le ordenó al Profeta Abraham, la paz sea con él, que construyera la primera casa de Al-lah en la Tierra para ser allí adorado, y envió la piedra negra desde el Paraíso como un signo manifiesto de la santidad de esta casa sagrada.
En La Meca brota la mejor agua en la superficie de la Tierra, el agua de Zam Zam, que es alimento para el hambriento y una cura para los enfermos. Es el agua con el que se limpió el pecho y el corazón del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, como preparación para la misión monumental que Al-lah le dio. Al-lah hizo que La Meca fuera eternamente sagrada y segura, dijo: {¿Acaso no ven que he dispuesto [para ellos] un territorio sagrado y seguro, mientras que a su alrededor se cometen todo tipo de injusticias? ¿Acaso creen en la falsedad y niegan las gracias de Dios?} [Corán 29:67].
Al-lah bendijo La Meca y vertió su misericordia sobre ella de un modo que no lo hizo sobre otro lugar o persona sobre la Tierra. Para aclarar las cosas, y para que la gente no confunda lo sagrado con lo que no es sagrado, Al-lah Todopoderoso envió a Gabriel, la paz sea con él, para indicar los límites de la ciudad sagrada, y el Profeta Abraham, la paz sea con él, puso señales que marcan sus límites. Luego Al-lah ordenó a su Mensajero, Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, que reconstruyera la estructura de la Casa Santa. Esto es, de hecho, una clara evidencia que manifiesta la santidad y sacralidad de esta ciudad segura.
Y fue con el mandato de Al-lah que el Profeta Abraham, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, proclamó a la gente el precepto del peregrinaje (Hayy) y Al-lah Mismo se encargó de hacer llegar el llamado alrededor del mundo.
La Meca es la tierra donde nació el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y la tierra donde inició su profecía. Es la tierra donde primero recibió la revelación; en la cima de sus elevadas montañas está la famosa cueva de Hirá en la cual se le empezó a revelar el Corán.
La santidad de La Meca continuó con la profecía de Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y él nos comunicó que la Ka’ba debía ser la dirección a la cual los musulmanes debemos dirigirnos durante nuestros, rezos y que un solo rezo en la Mezquita Sagrada equivale a cien mil rezos en otra mezquita.
El Profeta, que la paz y bendiciones de Al-lah sean con él, indicó a la gente que el derramamiento de sangre (matar) estaba prohibido dentro de los límites de La Meca, así como dañar árboles y cazar. También indicó que está prohibido recoger objetos perdidos de sus calles, excepto bajo ciertas estrictas condiciones.
El último Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, abiertamente anunció su amor por La Meca y el elevado rango de esta ciudad ante Al-lah cuando dijo: “¡Juro por Al-lah! Tú eres la mejor de las tierras de Al-lah y eres la tierra más querida para Al-lah” (Tirmidhi y Ahmad).
¿Y cómo no glorificar a La Meca cuando Al-lah Mismo la distinguió y exaltó con los atributos de sacralidad, santidad y siendo glorificada en gran manera? ¿Cómo no glorificarla si Al-lah Mismo santificó y magnificó la recompensa de alguien por el hecho de hacer buenas obras en La Meca y ha hecho eterna su mención al nombrarla en el Corán? Al-lah dice: {Quien respete los preceptos sagrados de Dios, será mejor para él ante su Señor [porque lo recompensará en esta vida y en la otra]} [Corán 22:30].
Y dice también: {Sepan que respetar los ritos de Dios dimana de la piedad que hay en los corazones} [Corán 22:32].
“Los preceptos y ritos sagrados de Al-lah” que mencionan ambas aleyas se refiere al estatus de la Ciudad Santa, la Sagrada Casa de Al-lah y los lugares sagrados dentro de sus límites. Y es debido a estas cualidades especiales que Al-lah distinguió estos lugares por sobre otras ciudades y tierras.
Honramos y glorificamos los ritos de Al-lah por medio del respeto a esta ciudad, tomando conciencia de su estatus y sus virtudes, expresando gratitud al tenerla a la vista y también al tener en gran estima adorar a Al-lah dentro de sus límites. Esto porque la primera Casa construida para adorar a Al-lah fue la de La Meca, y porque los corazones de todos los musulmanes se dirigen a ella desde todos los rincones del mundo. Es por esto que los ritos de adoración dentro de los límites de esta ciudad tienen un estatus muy elevado.
Al-lah estableció que la recompensa por realizar actos de adoración en La Meca fuera mucho mayor que la de los actos de adoración en otras tierras. También estableció que un solo rezo equivale a cien mil rezos en cualquier otra mezquita. Adicionalmente, ayunar, dar en caridad y otras obras de bien en La Meca tienen una mayor recompensa que hacerlo en cualquier otro lugar del mundo, mayor que cualquier otro acto de adoración que se haga en otros lugares.