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La religión verdadera (parte 2 de 3)

La religión verdadera (parte 2 de 3)

 El mensaje de la religión falsa

Hay muchos cultos, sectas, religiones, filosofías y movimientos en el mundo, todos ellos afirman ser el camino correcto o el único camino verdadero hacia Al-lah. ¿Cómo puede uno determinar cuál es el correcto o si, de hecho, todos son correctos? El método por el cual se puede encontrar la respuesta a esta pregunta es aclarar las diferencias superficiales en las enseñanzas de los que reclaman la verdad última e identificar el objeto central de adoración al que llaman, directa o indirectamente. Todas las falsas religiones tienen un concepto básico sobre Al-lah en común. Afirman que todos los hombres son dioses o que ciertos hombres en específico son Al-lah, o que la naturaleza es Al-lah o que Al-lah es un producto de la imaginación del hombre.

Por lo tanto, se puede afirmar que el mensaje básico de la religión falsa es que Al-lah puede ser adorado en la forma de Su creación. La religión falsa invita al ser humano a adorar la creación, denominando “Dios” a la creación o a algún aspecto o parte de ella. Por ejemplo, el Profeta Jesús (la paz de Al-lah sea con él) invitó a sus seguidores a adorar a Al‑lah, pero quienes afirman ser sus seguidores hoy en día llaman a la gente a adorar a Jesús, afirmando que él es Al-lah.

Buda fue un reformador que introdujo una serie de principios humanistas en la religión de la India. Él nunca afirmó ser Dios ni les sugirió a sus seguidores que él fuera un objeto de adoración. Sin embargo, la mayoría de los budistas que se encuentran fuera de la India lo han tomado como dios y se prosternan ante ídolos hechos en su percepción de su semejanza.

Al usar el principio de identificar el objeto de adoración, las religiones falsas se vuelven obvias y la naturaleza artificial de su origen es clara, como dice Al-lah en el Corán: {Los [ídolos] que adoran en lugar de Dios, no son sino nombres que ustedes y sus padres han elegido [para algunas piedras y estatuas], siendo que Dios no les reveló nada al respecto. El juicio Le pertenece solo a Dios, Quien ordenó que no adoren a nada ni nadie excepto a Él; esa es la religión verdadera, pero la mayoría de la gente lo ignora} [Corán 12:40].

Se puede argumentar que todas las religiones enseñan cosas buenas, entonces, ¿por qué debería importar qué religión seguimos? La respuesta es que todas las religiones falsas enseñan el mayor de los males, que es adorar la creación. Adorar la creación es el peor pecado que puede cometer el ser humano, porque contradice el propósito mismo de su creación. El ser humano fue creado para adorar únicamente a Al-lah, como lo ha declarado explícitamente Al-lah en el Corán: {No he creado a los yinns y a los seres humanos sino para que Me adoren} [Corán 51:56].

En consecuencia, el culto a la creación, que es la esencia de la idolatría, es el único pecado imperdonable. Quien muere en este estado de idolatría ha sellado su destino en la próxima vida. Esta no es una opinión, sino un hecho revelado por Al-lah en Su Revelación final a la humanidad: {Dios no perdona la idolatría, pero fuera de ello perdona a quien Le place. Quien asocie algo a Dios comete un pecado gravísimo} [Corán 4:48, 116].

 

La universalidad del Islam

Dado que las consecuencias de la religión falsa son tan graves, la religión verdadera de Al-lah debe ser universalmente comprensible y alcanzable, no puede estar confinada a ningún pueblo, lugar ni época. No puede haber condiciones para ella como el bautismo, la creencia en un hombre como salvador, etc., para que una persona entre al Paraíso. Dentro del principio central del Islam y en su definición (la sumisión de la voluntad propia a la de Dios) se sientan las raíces de la universalidad del Islam. Cada vez que el ser humano se da cuenta de que Al-lah es Uno y es distinto de Su creación, y se somete a Él, se convierte en musulmán en cuerpo y alma, y es elegible para el Paraíso.

Por lo tanto, cualquier persona, en cualquier momento o época, en cualquier lugar, incluso en la región más remota del planeta, se puede convertir en musulmán, en seguidor de la religión de Dios, el Islam, simplemente rechazando el adorar a la creación y volviéndose hacia Al-lah (Dios) únicamente. Debe anotarse, sin embargo, que el reconocimiento de Al-lah y la sumisión a Él requiere que uno elija entre lo correcto y lo incorrecto, y dicha elección implica responsabilidad. El ser humano deberá responder por sus actos y, por lo tanto, debe hacer todo lo posible para hacer el bien y evitar el mal. El bien supremo es adorar únicamente a Al-lah, y el mal supremo es adorar Su creación junto con o en lugar de Al-lah. Este hecho está expresado en la Revelación final de la siguiente manera:

·      {Quienes creyeron, los judíos, los cristianos y los sabeos que hayan tenido fe en Dios, en el Día del Juicio Final y hayan obrado correctamente, obtendrán su recompensa junto a su Señor, y no temerán ni se entristecerán} [Corán 2:62].

·      {Si se hubiesen atenido a la Tora, el Evangelio y lo [último] que les ha sido revelado por su Señor [el Corán], recibirían las bendiciones que caen del cielo y las que brotan de la tierra. Entre ellos hay quienes son moderados, pero la mayoría obra de forma perversa} [Corán 5:66].

 

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