Táriq Ibn Ziad es uno de los más destacados comandantes miliares que han grabado sus nombres en la historia islámica junto con nombres como Jálid Ibn Al Walíd, Sa’d Ibn Abi Waqqás, ‘Amro Ibn Al ‘As, Salahuddín y Muhammad Al Fátih.
A través de Táriq Ibn Ziad, un Estado islámico se estableció en Andalucía, conocida hoy como España y Portugal. Este Estado inició una presencia musulmana de más de ocho siglos (711 E.C. – 1609 E.C.). Este gran héroe no era originalmente árabe, sino que era un bereber de lo que hoy es Marruecos. Muchos de estos bereberes abrazaron el Islam, como lo hizo Abdul-lah, el abuelo de Táriq, quien sería el primer musulmán de la familia. El resto de sus ancestros y abuelos eran bereberes que destacaban por ser altos y rubios.
El inicio
Táriq Ibn Ziad inició su vida como otros niños musulmanes. Aprendió a leer y escribir en árabe y memorizó algunos capítulos del Corán y hadices proféticos.
Su amor por la vida militar hizo que se uniera al ejército comandado por Musa Ibn Nusair, el comandante musulmán de Marruecos. Táriq participó en las conquistas islámicas exhibiendo un coraje notable y excelentes habilidades de comando que llamaron la atención de Musa Ibn Nusair, quien, admirado por tales habilidades, lo nombró gobernador de Tánger, una ciudad del Magreb sobre la costa mediterránea.
Una oportunidad para conquistar Andalucía
Andalucía o Hispania era gobernada por un rey injusto, Rodrigo, que era odiado por su propia gente, quienes estaban planeando rebelarse contra él y derrocarlo. Ellos procuraron la ayuda de los musulmanes que gobernaban África del norte, en especial cuando oyeron de la justicia que aplicaba el gobierno islámico. El conde Julián, gobernador de Ceuta cerca de Tánger, intermedió para convencer a los musulmanes de ayudar a los hispanos.
Julián contactó a Táriq Bin Ziad y ofreció su ayuda para derrocar a Rodrigo. Táriq vio en esto una oportunidad para llevar la palabra de Al-lah y las nobles enseñanzas del Islam a más pueblos al otro lado del Mediterráneo.
Táriq pidió permiso a Musa Ibn Nusair para iniciar la conquista de Hispania. Musa Ibn Nusair ordenó a Táriq esperar hasta obtener permiso del Califa de los musulmanes, Al Walíd Ibn Abdulmálik, después de explicarle la situación. El Califa aprobó la conquista pero instruyó que se lanzara una campaña de expedición para conocer con precisión la Península Ibérica antes de cruzar el mar para conquistarla.
La expedición de reconocimiento de Taríf
Como respuesta a las instrucciones del Califa, Táriq empezó a preparar una pequeña expedición que cruzara el Mediterráneo hacia Hispania. La expedición estaba al mando de un comandante bereber llamado Taríf Bin Málik, a la cabeza de más de 400 guerreros que formaban una tropa de élite a cargo de efectuar un reconocimiento de la situación en Hispania. La campaña inició en Ramadán del año 91 H., que corresponde a julio del 710 E.C.
La expedición cruzó el mar en cuatro barcos facilitados por el conde Julián. Desembarcaron al otro lado en una isla llamada posteriormente Tarifa en honor al comandante de esta expedición. Esta tropa de élite hizo un adecuado reconocimiento del país y no encontró ninguna resistencia, retornando con un gran botín.
La expedición de Táriq Bin Ziad
Los resultados de la expedición de Taríf animaron a Táriq para iniciar los preparativos de la invasión de Hispania. Menos de un año después de la expedición de Taríf, Táriq Bin Ziad cruzó el mar con 7.000 guerreros, la mayoría musulmanes bereberes. Así fue como cruzaron el mar rumbo a la Península Ibérica, y el ejército acampó cerca de una montaña llamada después Yabal Táriq (El monte de Táriq) el 5 de Rayab del año 92 H. (27 de abril de 711 E.C.).
Táriq se mantuvo en esa zona por varios días, construyó una fortaleza como base cerca de la montaña y mantuvo allí una guarnición que cuidaría la retaguardia del ejército en caso de una retirada forzada.
Con el apoyo del conde Julián, Táriq Ibn Ziad marchó con su ejército tierra adentro. Se dirigió a la zona de Algeciras (Al yazirat ul jadrá) y ocupó sus castillos. En este momento, Rodrigo supo de la invasión mientras combatía a unos rebeldes en el norte e inmediatamente suspendió su campaña contra los rebeldes para volver a su capital, Toledo, y prepararse contra los musulmanes.
Táriq entonces se dirigió al norte, hacia Toledo. Sus fuerzas acamparon en un amplio valle entre el río Tajo al este y el río Albarracín por el oeste. Al mismo tiempo, Rodrigo se disponía a partir habiendo reclutado un poderoso ejército con cerca de cien mil soldados bien armados y equipados. Rodrigo entonces marchó hacia el sur con la seguridad de que derrotaría a los musulmanes.
Cuando Táriq supo del gran ejército que iba a su encuentro, le mandó un mensaje a Musa Ibn Nusair informándole de la situación y solicitando refuerzos. Musa Ibn Nusair le mandó 5.000 de los mejores combatientes que tenía, y con esto el ejército de los musulmanes sumó doce mil guerreros.
La gran batalla
Rodrigo marchó hacia Sidonia (Medina Sidonia) donde completó sus preparativos y se dirigió al encuentro con los musulmanes. Entonces, se dio una batalla decisiva entre ambos ejércitos cerca de Sidonia, que inició el 28 de Ramadán del año 92 H. (18 de julio de 711), y duró ocho días continuos. Los musulmanes lucharon con arrojo y se mantuvieron firmes como las montañas, a pesar de que el enemigo era superior en número y equipos. Los musulmanes no temían el poder del enemigo ni su tamaño, pero lograron la victoria a través de una buena preparación, una fe profunda, sinceridad y el ardiente deseo de enfrentar el martirio, si era necesario, buscando la complacencia de Al-lah.
Después de ocho días de duro combate, los musulmanes fueron los victoriosos. Rodrigo, el último de los reyes visigodos, huyó tras la batalla y no se supo más de él. Aparentemente perdió la vida durante la batalla en la que perdió también su reino.
Consecuencias de la victoria
Después de su decisiva victoria, Táriq persiguió al ejército derrotado y prosiguió su campaña para la conquista de Hispania. En su marcha hacia el norte de la Península no encontró mucha más resistencia. Mientras se disponía a conquistar Toledo, envió pequeñas expediciones que se encargaron de la captura de Córdoba, Granada y Málaga.
Táriq Ibn Ziad continuó su marcha hacia el norte penetrando las montañas de la sierra madre hasta que llegó a Toledo, después de hacer un penoso viaje y cubrir una distancia de más de 600 kilómetros luego de la batalla.
Cuando Táriq Ibn Ziad llegó a Toledo, trató a sus habitantes de forma gentil y no dañó sus iglesias. Luego prosiguió la marcha hacia el norte hasta que llegó a la bahía de Vizcaya. Posteriormente volvió a Toledo y escribió a Musa Ibn Nusair informándole del éxito de la conquista. Solicitó más tropas y equipo para continuar con su labor, difundir el Islam en la región y ayudar a la gente a liberarse de la injusticia de los visigodos.
Musa Ibn Nusair y su participación en la conquista de Hispania
Musa Ibn Nusair seguía el avance del ejército musulmán que comandaba Táriq Ibn Ziad. Se dio cuenta de que Táriq Ibn Ziad necesitaba de ayuda y refuerzos, en especial después de la muerte de muchos guerreros en las batallas que peleaban. Así fue como, a la cabeza de 18.000 guerreros, cruzó hacia Hispania durante Ramadán del año 93 H. (junio de 712 E.C.). Posteriormente marchó siguiendo una ruta distinta a la de Táriq Ibn Ziad, de modo que podría tener el honor de conquistar nuevas zonas. Finalmente llegó a Toledo, donde se encontró con Táriq Ibn Ziad.
Después de un breve descanso en Toledo, los dos comandantes reiniciaron las conquistas y tomaron Zaragoza, Tarragona y Barcelona, así como otras ciudades. Luego volvieron a tomar rutas separadas hasta que conquistaron toda Hispania, la cual pasaría a llamarse Andalucía.
El regreso a Damasco
Mientras los dos comandantes estaban completando la conquista, recibieron un mensaje del Califa Al Walid Ibn Abdulmálik que les ordenaba suspender la conquista y volver a Damasco para dar un informe sobre el progreso de esta. Los dos comandantes pusieron en orden las plazas recién conquistadas y establecieron la capital de la provincia en Sevilla por su proximidad al mar.
Luego salieron de Andalucía hacia Damasco, capital del Califato Omeya. Cuando llegaron a Damasco, descubrieron que Al Walid había muerto y su hermano, Sulaimán Ibn Abdulmálik, lo había sucedido. Presentaron un informe completo de la conquista y el nuevo Califa les ordenó quedarse en Damasco. Táriq Ibn Ziad se quedó allí y el Califa quedó muy complacido por sus logros militares que lo hicieron inmortal entre los comandantes musulmanes de la historia.
El carácter moral de Táriq Ibn Ziad
Táriq Ibn Ziad era un gran comandante que, a través de su fe, paciencia y determinación logró alcanzar tan alto rango en la historia.
Logró todas sus victorias porque solía meditar cada paso que daba sin apresurarse para realizar algo. Solía recabar información estratégica antes de tomar cualquier decisión. Por ejemplo, envió una expedición de reconocimiento para estar al tanto de lo que sucedía en Hispania antes de la invasión.
Era un gran creyente y estaba seguro de la ayuda divina para la victoria, incluso en sus momentos más críticos. Por ocho días continuos siguió combatiendo un enemigo muy superior en número y preparación, pero finalmente, por la gracia de Al-lah, logró conseguir la victoria al final.
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