Como muchos musulmanes en la actualidad, lucho con constancia en el recuerdo de mi Creador. Me mantengo mayormente consciente de ser Su siervo, a menudo me encuentro glorificando Su nombre de forma subconsciente.
Pero con igual regularidad caigo y, de repente, me doy cuenta de que mi corazón se ha deslizado como el timón giratorio de un gran barco de madera en una tormenta. A veces me siento casi totalmente desconectado, y temo el cabeceo y balanceo espirituales que parecen haber superado mi vida. Siento que el control solo puede ser restaurado a través de una hazaña trascendental, una prueba ardua (que Al-lah nos proteja). Sin un acto heroico, me causa terror haber perdido para siempre mi propio destino.
Tan pronto como logro luchar con la rueda de mi enfoque de vuelta a Al lah Todopoderoso, mi equilibrio espiritual se restablece rápidamente. Una vez más, me siento capaz de seguir mi corazón a través de chubascos amargos y vendavales penetrantes, guiándolo a casa a un puerto seguro. Mi mente parece un cielo despejado. Soy la nave del intendente inquebrantable de mi alma, sal en mi rostro, los vientos de la fe me ponen en camino para conectarme con Al-lah Todopoderoso. Su recuerdo me viene como una brisa nueva. No hace mucho tiempo, apenas podía navegar por tales tormentas espirituales. Pensé que cada una significaba un naufragio que me dejaba en la costa de una desesperación inexplorada. Pero, entonces, alguien me enseñó cómo leer los mapas de la experiencia espiritual humana. Y entonces, pensé en compartir contigo lo que yo entendí.
Las olas de la Voluntad Divina sacuden y cambian la fe de cada uno de nosotros. Es así como desarrollamos nuestros equilibrios espirituales. Incluso aquellos que entienden que el Imán (la fe) en nuestro interior ondula como las olas del océano, nunca alcanzan la fuerza de la fe hasta que aprenden esto: jamás debemos abandonar la nave frente a los tumultos que nos prueban y mecen, pues somos los capitanes de nuestros buques terrenales. Más bien, se nos ha encargado que enfrentemos todas las tormentas, una a una, luchando por aferrarnos a la cuerda de Al-lah Todopoderoso con las dos manos.
Esta, simplemente, es la naturaleza de quienes somos, seres humanos. Nuestras vidas están destinadas a trabajos forzados, altibajos, tiempos difíciles mezclados con esa plácida facilidad. No es que Al-lah Todopoderoso desee dificultarnos las cosas; más bien, es la forma en que Él nos creó. Al-lah nos dice en el Corán: {Creé al ser humano para una vida de continuas dificultades} [Corán 90:4].
No para el dolor, la confusión y la desesperación, sino para enfrentar nuestra propia historia épica. Debemos “convertirnos” en los héroes de la fe que no se dejan intimidar, pase lo que pase. La salvación es solo asunto de Al-lah. Sin entender por qué eres tú (por qué eres así), por qué nuestro deseo no se manifiesta, por qué todo el daño y el mal en nuestras vidas simplemente no se seca y se esparce con el viento, jamás comprenderemos los placeres incalculables y la felicidad que, en efecto, hay para nosotros en esta vida. Y dejaremos de perseguir nuestro único propósito en ella, que es la fe y nada más que la fe.
Hacer tales preguntas, incluso conociendo su verdad, no va a convertir la Tierra en el cielo instantáneamente. Esta es la tierra de la prueba, incluso si no siempre parece firme. Saber esto es lo que hace que vivir en ella no sea apenas tolerable, sino alegre, si la aceptamos, como un marinero, por lo que es.
La fe significa izar estas preguntas difíciles a lo alto del mástil. ¡Adelante! ¡Con calma mientras ella sopla! ¡Pregunta! ¿Por qué la vida terrenal es así? Eso. Pero asegúrate de poner atención a la respuesta más salada: porque así lo ha decretado tu Señor. En la tentación somos el asta. Y dentro de nuestras propias almas respira… por un tiempo.
Muchos claman haber alcanzado este descubrimiento, pero la mayoría de la gente jamás lo entiende. He aquí una consulta relacionada: ¿Qué significa luchar espiritualmente?
¿Mi humilde respuesta? Ser consciente de que estás indefectiblemente conectado.
No se trata de un hecho físico o espiritual en particular, sino más bien de un estado del ser, un sentimiento seguro y una creencia firme de que estás totalmente atado mental, emocional y psicológicamente a tu Señor, el Creador Más Misericordioso, el Omnisciente, el Señor Más Amoroso y Perdonador: Al-lah, el Trascendente y Exaltado
Una vez te aferres a esta noción, habrás aprovechado ese cordón que nunca se corta.
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Temas de actualidad